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El mal pronóstico se cumplió. La entrada a Europa de una gran cantidad de mandarinas de otras latitudes perjudicó la producción local española. Específicamente la fruta de Valencia dejó de ser comprada. Y ahora será mucha la que se pierda en los campos, según lo denunciado por asociados de LA UNIÓ de Llauradors. Los fruticultores ya habían advertido las consecuencias del pacto entre la Unión Europea (UE) y Sudáfrica, el principal país que acapara el mercado de cítricos europeo.

Aunque dentro de España no han habido cambios considerables en la comercialización de mandarinas valencianas, en otras naciones donde comúnmente se vendía el producto sí. Incluso el impacto general de la exportación de frutas cayó. En 2015 el índice de crecimiento era de 14% y en 2017 apenas se situó en 1%. Claro, además de los nuevos competidores, existen otros factores, como las plagas y condiciones climáticas.

Lo cierto, es que la mandarina de Valencia, las clementinas y las satsumas precoces, fueron desplazadas por las de tipo tardío. Entre ellas las Tango, Nadorcott, Orri y Ortanique. La razón es que los comerciantes de cadenas de supermercados de Europa intentan tener mandarinas de un mismo tipo todo el año. Por ende no esperan las de temporada, aunque esto suponga una desmejora a la oferta para el consumidor.

Menos frescura y posibles peligros de las mandarinas

LA UNIÓ asegura que si el cliente final supiera que la mandarina que lleva a su mesa se cosechó hace varios meses y recorrió trayectos de hasta 8 mil kilómetros para llegar a sus manos, no la preferiría. Explica que estas frutas son sometidas a una especie de maquillaje para conservar su color y aparente frescura.

Como si fuera poco, dicen los productores españoles, la UE no ha hecho algo para ayudar al mercado local. Según dicen, no analizan el impacto financiero o la prevención de plagas. Aseguran que la fruta importada no es sometida al “tratamiento en frío” que impide la entrada de bacterias, plagas o enfermedades al continente.

Uno de los factores que aprovecharon los comerciantes sudafricanos (también hay chilenos y argentinos) fue la tardanza de unas dos semanas en el arranque de la mandarina española. Los lineales de las tiendas en España aguardan por la fruta fresca de la temporada. Sin embargo, en mercados como el británico, donde la mandarina valenciana era apreciada, fue sustituida por la sudafricana. Otro factor que retrasó la compra del cítrico español fue el clima. Es habitual que sea poco demandada cuando la temperatura es alta.

Denuncias

Los productores de la comunidad denunciaron que se trata de una “estrategia calculada” en detrimento del sector. Los intereses comerciales del pacto de la UE dejan a los locales sin poder de reacción para enfrentar la situación. Esperan que se reconsideren los convenios y se reglamenten de manera adecuada para que no perjudique al agricultor europeo.