Los beneficios del cultivo de leguminosas para los suelos están comprobados. Mejora significativamente su estructura y contenido orgánico. Esto resulta fundamental en un contexto donde el cambio climático ha incrementado la sequía y con ella la erosión. Sin embargo, el campo español está lejos de incrementar la siembra de estas plantas.
La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) publicó una encuesta donde señala que apenas 14% de los agricultores asocia leguminosas y cereales en la rotación usual. España posee unos 12 millones de hectáreas para el cultivo extensivo, de esas tierras 6 millones de hectáreas se usan para producir cereales y solo un millón para leguminosas. Las más comunes son alfalfa, guisantes, veza, lentejas, garbanzos y yeros.
La encuesta de la UPA es parte de un trabajo investigativo que se enmarca en el Proyecto Europeo Leguminose. Con ellos también participa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La meta es que se fomente y desarrolle la técnica denominada “intercropping”, que se basa en mezclar cereales y leguminosas.
El panorama agrícola para las leguminosas es sombrío. El estudio determinó que un ínfimo 5% de los agricultores emplea leguminosas con el fin de tener suelos más fértiles. La mayoría, un 41%, prefiere utilizar purines y estiércol combinados o no con fertilizantes minerales. Respecto a la asociación de cereales y leguminosas en las rotaciones, solo un 14% lo hace y un 25% de los encuestados nunca había oído sobre ese tipo de prácticas. Aunque, no todo está perdido. Un 32% cree muy posible utilizar ese sistema.
Sobre las razones que impiden el cultivo de leguminosas la encuesta de la UPA arrojó varios factores. “El 32% de los consultados cita la falta de maquinaria adecuada; el 39%, la falta de ayudas específicas y el 34% la incertidumbre sobre los rendimientos. La falta de formación (23%), la dificultad de venta del producto obtenido (35%) y el control de las malas hierbas (24%)”, señaló la investigación.