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No se trata de una mera consigna de fanáticos ecologistas. La amenaza que viven las abejas es real. La ciencia respalda la responsabilidad de los plaguicidas neonicotinoides en la disminución de la población de estos insectos en el mundo.

El tema no es nuevo. El efecto mortal de esas sustancias en las productoras de miel ya había sido alertado. Entre las medidas aplicadas en 2013 estuvo la prohibición en Europa de tres insecticidas: clotianidina, tiametoxam y imidacloprid.

Sin embargo, estas acciones preventivas no han sido suficientes. Por ello se creó la Coalición para Salvar a las Abejas, integrada por 80 grupos que incluyen trabajadores del campo y de la apicultura, científicos y defensores ambientales. Ellos piden la restricción total del empleo de neonicotinoides.

La UE planea restricciones de tres nuevos químicos

Afortunadamente la Unión Europea (UE) no se ha hecho oídos sordos. Por el contrario, avanza decidida a ampliar las prohibiciones del químico en las naciones que le integran. Específicamente serían tres los nuevos tipos señalados.

Se prevé un encuentro en Bélgica para debatir sobre el tema propuesto por la Comisión Europea. Al parecer sólo se podría emplear el veneno en invernaderos fijos. La coalición se muestra en desacuerdo, pues aduce que a este tipo de cultivos también tienen acceso las abejas. Quieren que se eliminen por completo los pesticidas con el componente.

La diatriba ha retrasado la reunión. Para efectuarla, las partes esperan un análisis integral sobre la usanza de neonicotinoides, que elabora la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). No obstante, estudios científicos hechos con anterioridad (2011) ya serían un aval sobre la peligrosidad de estos productos.

España no se ha pronunciado con contundencia, pero sí hay países de la UE como Irlanda, Alemania, Italia, Francia y Reino Unido que están totalmente involucrados con la situación. Algunos como Francia ya ejecutan regulaciones particulares.

Efectos del insecticida

Lamentablemente, los neonicotinoides tienen grandes aplicaciones para el control de plagas en los sembradíos de casi todo el planeta. El problema es que su veneno afecta toda la planta, incluidas sus flores. Al estar contaminadas, el néctar y polen que ingieren las abejas también.

Cuando una abeja consume el químico muere. Si se expone de forma crónica sufre efectos “subletales”. Cuando esto ocurre, el insecto pierde la memoria, no sabe cómo llegar a su colmena, se hace más débil y susceptible a padecer enfermedades. De igual manera, malogra su sistema reproductivo.

La ciencia ya ha corroborado que estos pesticidas han contribuido a la merma contundente de colonias de abejas y abejorros en el mundo.