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España parece recobrar el aliento tras una campaña cerealera de altos y bajos, que muestra óptimos resultados. Las labores de campo iniciaron el último trimestre del 2017 con una superficie sembrada menor a la estimada, debido a la sequía castigadora. Las lluvias de febrero 2018 mejoraron el panorama, aunque obligaron a una mayor inversión en el tratamiento del cultivo.

Las primeras cifras se conocerán a mediados de septiembre, pero desde junio se hacen estimaciones de una producción histórica. La Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España, durante la asamblea general celebrada en junio, habló de 20,6 millones de toneladas. Pero Cooperativas Agroalimentarias han asegurado que la cosecha de cereales en el país podría alcanzar las 23,8 millones de toneladas.

Aún la cosecha no termina, pero el rendimiento obtenido de cuatro toneladas de cereal por hectárea perfila la campaña como una de las mejores desde 1990. Con lo producido este año se garantiza materia prima a las industrias españolas de alimentación, ganadería y fabricación de piensos. Además, hace pensar en la reducción del número de importaciones en el sector.

Cultivo y cosecha de cereales se remonta, pero hay inquietudes

Un punto importante, es que España logró en el 2018 lo que no pudieron el resto de los países de la UE. La mayoría ha registrado mermas en la producción de hasta 8%. Lo recogido hasta ahora supera las expectativas del mercado y podría aliviar el faltante en Europa. Pese a las dificultades iniciales -relacionadas con las extremas condiciones meteorológicas- el rendimiento del cultivo ha sido óptimo.

No puede decirse lo mismo de la campaña de comercialización, cuya tendencia está en alza, pero dentro de un mercado fluctuante caben las dudas. Recientemente, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos manifestó su preocupación por la permanencia de precios de años pasados. Al percibir bajos pagos, los productores locales no se ven estimulados a aumentar la superficie de siembra.

Sumado a esto, muchos agricultores dicen percibir el mismo pago por el cereal, mientras fabricantes de piensos y harinas suelen elevar el coste de los productos. Igual, está latente el hecho de que la mayor parte de la producción se destina a la alimentación animal y otra a las importaciones. Solo una pequeña porción se deja para el consumo humano. Agricultores enfrentan, entre otros retos, la recuperación de la producción de trigo panificable.

En detrimento del sector

Con todo esto, España nada contracorriente al ofrecer una producción deseable de cereales. No solo supera el clima extremo y lo relativo a los costes de producción, que se elevan a consecuencia de lo primero. También lidia con la mayor rentabilidad de otros cultivos: Olivar, almendros y pistachos, de acuerdo a la región. Se blinda con la producción de trigo blando y duro, cebada, maíz, centeno, avena y triticale, superando en interesantes porcentajes las cosechas del 2017.