Quienes piensan emprender en las labores de cultivo, suelen encontrar muchas trabas, especialmente con la compra o alquiler de terrenos para producir. Es por ello que muchos jóvenes que sueñan con la agricultura como forma de vida, ven frustradas sus aspiraciones.
Conscientes de esta situación, se han abierto discusiones y posibilidades de mejora dentro de la Comisión Europea. Esto con el fin de incentivar con diferentes programas a las generaciones de relevo.
En Castilla y León (España) ya se promueve la creación del llamado Banco de Tierras. El mismo se encuentra estipulado dentro de las leyes agrarias, a pesar de que aún se encuentra en proceso.
Jorge Llorente, funcionario del departamento de Desarrollo Rural, admite que existen dificultades burocráticas que han impedido el avance del proyecto. Sin embargo, asegura que trabajan para que en 2018 la normativa del Fondo de Tierras esté lista.
El Banco de Tierras podría afianzar el cultivo
Hasta el momento ya se han tomado algunas medidas temporales. Por ejemplo, se han establecido convenios con la comunidad para censar y determinar la posibilidad de que se cedan algunos terrenos. Lo que se busca es dar prioridad a los posibles beneficiarios del Banco de Tierras. Es decir, a los jóvenes, mujeres y entidades que se dedican al cultivo y conocen el manejo de productos relacionados.
Esta especie de Fondo de Tierras momentáneo tiene más de tres mil hectáreas utilizables, pues procedieron las peticiones de cesión de fincas. Un poco menos de la mitad se adjudicaron gracias a los acuerdos logrados con Burgos, Valladolid, León y Ávila. Se estima que Soria sería la próxima en suscribirse.
Bajo estas condiciones eventuales se ha avanzado mucho, explica Llorente. Las leyes y regulaciones coinciden en que es necesario brindar formas sencillas de acceder a la tierra, principalmente a la juventud.
A favor y en contra de la propuesta
Una opinión más pesimista tiene Aurelio González, coordinador regional de la Alianza UPA-COAG, quien señala que la concepción del Banco de Tierras parece buena, pero carece de efectividad.
González acota que estas tierras que sobran y que son cedidas a los jóvenes, generalmente no resultan aptas para el cultivo. Razón más que suficiente para que el proyecto no esté andando como debería.
Aduce que no hay tierras abandonadas, sino inutilizables, así que sería dudosa la calidad de los terrenos del Banco de Tierras.
A juicio del funcionario, la solución es dar preferencia de acceso y ayudas a los que ya viven del campo. Expone que el apoyo al agricultor experto es una forma de acabar con la especulación, pues hay tarifas muy por encima de lo que se justifica. No se equiparan al nivel de rendimiento y regadío.
Sin embargo, los campesinos de Castilla y León ven con buenos ojos la creación del Banco de Tierras. Hacen señalamientos sobre la fórmula para conseguir las parcelas. Para ellos el banco debería actuar más como un intermediario entre las partes interesadas.