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El arroz en Europa enfrenta numerosos obstáculos en el largo camino entre la cosecha y su colocación en el plato del comensal. No sólo por el cambio climático, que implica aumentos en los niveles del mar, salinizando zonas de interés para las plantaciones, sino también por la aparición de distintas plagas.

A mayor cantidad de sal en el suelo, menor capacidad productiva. Y el calentamiento global, que ha provocado un incremento de las temperaturas y de los períodos de sequía, incide negativamente en la producción de este cereal. Por otro lado, las alimañas no han dejado de afectar los sembradíos. Por ejemplo, en el Delta del Ebro, en Cataluña, el caracol manzana amenaza el lugar. Aunque inundar los campos con agua de mar parece apropiado para su erradicación, el impacto para la cosecha podría ser devastador. De allí que actualmente se busquen soluciones para garantizar el éxito en el cultivo de este producto

La ciencia al rescate al «rescate» del arroz

Para la Universidad de Barcelona, el proyecto New Commercial European Rice (Neurice) se ha vuelto una prioridad. Con él se promueve la búsqueda de nuevas variedades de arroz que puedan crecer en medio de la salinidad, y elevar su resistencia a las plagas y a los efectos del cambio climático. En los estudios participan unas 13 asociaciones y centros especializados, entre ellos el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA) y el Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG), por mencionar sólo algunos.

Según se ha divulgado, Asia ostenta algunas variedades tropicales de arroz resistentes a la salinidad, pero no se adaptan al entorno mediterráneo y no son comercialmente factibles. Sin embargo, no todo está perdido. Los investigadores han descubierto que su aguante se debe a un pequeño segmento cromosómico, que recibe el nombre de Satol.

En este sentido se han llevado a cabo numerosas pruebas para incorporar esta peculiaridad a varios de los granos que se dan en Europa. Para ello, se han utilizado técnicas tradicionales de mejoramiento vegetal, dejando de lado los procedimientos transgénicos. Además, se han efectuado cruces de especies asiáticas y europeas, con métodos biotecnológicos, como los marcadores moleculares y el cultivo in vitro. Con ello se logró reducir a dos años un proceso de multiplicación que antes habría demorado una década.

Objetivo

En la actualidad, se llevan a cabo las pruebas de un arroz más resistente a la salinidad en distintos arrozales de los deltas del Roina, Po y Ebro. Las comparaciones se han realizado en tierras libres de sal y con presencia de la misma, de forma simultánea, para evaluar el comportamiento de la producción. La meta, sin duda, es registrar aquellos tipos de arroz que hayan tolerado los ensayos, para obtener sembradíos de provecho. Se cree que para el año 2020 esto sea una realidad.